Año: 2007
Autores: Carmen Pérez, Isabel Benito, Elena Verdú, Santiago Becerra.
Colaboradores: Víctor Orive, Valladares Ingeniería (Instalaciones), 3D3 Ingeniería (Estructura)

Tanto él como la casa que habitaba, temían darse cuenta un día, de que no eran únicos.
La función última del Registro Civil consiste en gestionar las particularidades de la situación pública del ciudadano. Su identidad social. Se trata de un organismo que surge de la necesidad de hacer compatible al individuo con las estructuras organizativas sociales. El ciudadano necesita que su identidad no se confunda en la maraña de lo social.
Salvo en los casos de locura transitoria.
La difícil convivencia entre identidad y generalidad, (individuo y sociedad) institucionalizada en el Registro Civil, es similar a la exigida por el planteamiento del concurso. Del mismo modo que la evolución natural le exige a una persona tener características similares a las demás de su especie, el planeamiento urbanístico exige que la estructura formal exterior para todos los individuos que conforman el campus sea casi idéntica.
Casi.
Se establecen, de partida, ligeras diferencias estructurales con un común denominador, la forma cilíndrica. Esta figura primaria, como el cuerpo humano, que siempre entendemos compuesto de cabeza, tronco y extremidades, permite que sea reconocible la generalidad de la especie. Pero dentro de ella los puede haber altos o bajos, anchos o esbeltos…
Digamos que nos ha tocado el menudito.
Esta base estructural sería asimilable a la parte común de la información genética del ser humano, aquello que hace que seamos identificados, sin necesidad de más información, como tales. Pero otra parte de esa información heredada decide las particularidades de cada ser específico. Para continuar con la analogía, en el caso de los volúmenes edificados dentro del Campus de la Justicia, esta parte de la información la proporcionaría el programa funcional.
Extremadamente detallado.
Con estas premisas, parece lógico deducir que para alcanzar el objetivo del concurso, (dotar de carácter individual y representatividad específica al edificio haciéndolo compatible con las exigencias volumétricas del planeamiento) haya que seguir un proceso de análisis del programa, desmenuzándolo hasta sus partículas más elementales para reconstruirlo después utilizando los condicionantes ambientales.
Destruyamos.
La deconstrucción del programa funcional consiste en despojarlo de la estructura organizativa que le ha sido atribuida a priori. Básicamente una clasificación en función de la accesibilidad vertical y previsión de afluencia de público como única herramienta. Esto no significa renunciar a satisfacer este requisito, que se utilizará más tarde para la reconstrucción, pero si nos permitirá afrontar la reorganización con mayor libertad.
Ahora la mesa está llena de usos.
Comenzamos la reconstrucción. Para ello necesitaremos de criterios. Herramientas de decisión que utilizaremos para estructurar de nuevo el programa. Éstos se clasificarán en cinco categorías: relacional, ambiental, paisajístico, cuantitativo y social. Aplicados sobre el conjunto indiferenciado de usos, en el orden y el momento apropiados, actuarán del mismo modo que el adn actúa sobre las células, diferenciándolas y organizándolas espacialmente hasta formar los órganos necesarios.
Jugando a ser dioses.
El primer criterio que entra en acción es el relacional. Uno de los condicionantes prioritarios para el buen funcionamiento del organismo que nos ocupa es la independencia absoluta de las comunicaciones, que al fin y al cabo, consiste en condicionar las posibilidades de relación. Teniendo en cuenta que habíamos desgranado el programa totalmente, al aplicar esta herramienta surgen dos grupos de usos claramente diferenciados, el administrador y el administrado.
Y una línea entre ambos.
Una vez aclarado cuáles son los componentes elementales de este cuerpo cilíndrico, a través del criterio ambiental, decidiremos cuál es su situación más conveniente respecto al entorno. Basándonos en las necesidades de iluminación y ventilación natural requeridas para las zonas de trabajo del funcionariado (administrador), mucho más críticas que las de público (administrado), las primeras pasan a situarse en contacto directo con la piel.
El vacío en el interior.
El criterio paisajístico afecta a las zonas de espera. Después de haber aplicado el ambiental, las zonas de uso de público habían quedado aisladas del contacto con el exterior. La necesidad del mismo para estas zonas es sustancialmente diferente de las de las zonas de trabajo. Son espacios de carácter marcadamente contemplativo, por lo que el contacto con el exterior será puntual y concreto, en lugar del continuo e indiscriminado del funcionariado, enmarcando los lugares a los que mirar de forma intencionada. Contacto pensado para la comodidad y el entretenimiento de las personas que han de esperar su turno.
Esperemos que no por mucho tiempo.
Es el momento de volver a aplicar el requisito del programa original, el criterio cuantitativo. En función de la accesibilidad y la cantidad de público se dimensiona la capacidad de las comunicaciones y los espacios de espera, igualmente el de las zonas de trabajo y atención asociadas, variando en función de la altura.
Los órganos van tomando forma.
Y por último el criterio social. Es quizá el más complejo de explicar, consiste en diferenciar la forma de experimentar el recorrido o la estancia en los dos edificios resultantes. Independientes y de carácter distinto, se formalizan en función de su posible interpretación social, como lugar-público o como lugar-especializado. El edificio de funcionarios, que contiene exclusivamente zonas de trabajo, posee una estructura isótropa y unas comunicaciones lo más directas y verticales posibles, expresión de la necesaria eficacia asociada a la producción especializada. Por el contrario, el edificio de uso público posee una estructura espacial heterogénea, formada por espacios distintos distribuidos de forma aparentemente aleatoria, como una sucesión compleja y variada de acontecimientos, reforzada por la forma de recorrerlo a través de la continuidad de las rampas mecánicas.
Uno dentro del otro. Uno envuelto por el otro.







