Año: 2008
Autores: Isabel Benito, Elena Verdú, Carmen Pérez, Santiago Becerra

MIRA QUIÉN BAILA (o la insoportable levedad de la cubierta)
PINCELADAS
En 1922, Oskar Schlemmer realiza por primera vez la puesta en escena de su Das Triadische Ballet en el taller de teatro de la Bauhaus de Weimar, obra que, como tantas otras salidas de la Bauhaus, se había visto influida por disciplinas que hasta entonces le habían sido ajenas como la pintura cubista o la arquitectura, pasando a experimentar con conceptos como el espacio, el movimiento o la perspectiva manifestados en el rediseño de los cuerpos de los bailarines y actores para reocupar el espacio más allá de las fronteras que la naturaleza o las convenciones estilísticas les habían impuesto.
Aproximadamente veinte años más tarde, en el Black Mountain College de Carolina del Norte, Merce Cunningham y John Cage inician una colaboración que durará cincuenta años. En dicha colaboración, música y danza, fueron evolucionando de forma paulatina, desde compartir estructuras temporales y coincidir en momentos concretos de la obra, hasta incluir elementos relacionados con el azar, en los que Cage estaba inmerso, llegando a alcanzar una independencia casi total, hasta el extremo de que en alguna de las últimas obras, los bailarines ensayaban en estricto silencio y no escuchaban la partitura de la obra hasta la puesta en escena.
OBJETIVO
Estos son sólo dos ejemplos de cómo al agrupar diferentes intereses artísticos en un mismo lugar éste se puede convertir en incubadora para nuevas y fértiles asociaciones, siempre presididas por el carácter investigador y la búsqueda a veces morbosa, del riesgo intelectual. Madrid Ensaya posee el potencial necesario para convertirse en algo similar, con la única diferencia de que no se trata de una escuela, sino de un Centro de Ensayos, algo que no debe1 ser obstáculo para enfocarlo como un lugar de intercambio y puesta en común de inquietudes artísticas. Intercambio que no debe reducirse al ámbito interno, sino enfocarse también hacia el exterior. En este tipo de centros, la faceta divulgativa adquiere gran importancia, dando a conocer las actividades que allí se desarrollan y mostrándole al público que luego asistirá a las representaciones el proceso de creación, creando un vínculo de complicidad con él.
CONFLICTO
Así pues, con el objetivo de alcanzar un espacio óptimo para las condiciones que se han descrito, se plantea la rehabilitación de un modo quizás poco académico. Se trata de reconvertir un espacio que en su día había sido pensado y diseñado para albergar exposiciones de alimentos en el marco de una Feria Internacional del Campo en un espacio de creación e intercambio artístico. Esto, inevitablemente, requerirá de una intervención un poco más atrevida que la mera recuperación del estado original del edificio, ya que los requisitos ambientales de uno y otro son radicalmente diferentes.
RESOLUCIÓN
La intervención se plantea desde dos frentes. Por un lado la organización distributiva del programa de necesidades para obtener la mayor eficacia funcional posible sin menoscabar la claridad conceptual del espacio original. Y por otro, la transformación de la cubierta, de umbráculo protector a plano permeable, que permita cierto nivel de comunicación visual con la ciudad y permita cualificar el espacio interior de forma más apropiada al nuevo uso.

En cuanto al programa, las necesidades están muy claramente definidas, y sus requisitos técnicos dejan poco lugar a la improvisación, salvo en lo referente a los espacios comunes y su relación con las “cajas” de ensayo; así que se ha optado por organizar las salas de la forma más lógica y racional posible, desplazándolas hacia la fachada Este, lo que facilita el suministro de material a las salas desde la calle del Arroz sin interferir con las zonas de relación, que forman un espacio limpio y continuo, lo más cercano al original posible y orientado hacia la zona de aparcamiento que en un futuro será objeto de tratamiento mediante cubiertas vegetales.

LAS SALAS
Las salas de ensayo son tratadas como elementos autónomos, sofisticados estuches dotados del equipamiento tecnológico necesario para dar servicio a los ensayos, posados de forma más o menos aleatoria sobre el papel pautado de las bancadas, con una envolvente exterior que permite su inmediata identificación gracias al código de colores, así como saber si están en uso o no, ya que dicha envolvente se compone de una doble piel translúcida que permite alojar en su interior iluminación orientada hacia el exterior de la sala, llegando incluso a atravesar la cubierta también translúcida insinuando, en las horas nocturnas, la actividad interna del Centro.

LA CUBIERTA
La acción sobre la cubierta es radical pero sencilla, se limita a un cambio de material, exigido por razones normativas, que se aprovecha para cambiar una cualidad “material” de la misma, su opacidad. La necesaria austeridad constructiva, la escasez de exigencias de confort térmico y visual, y demás características originarias del proyecto, hacían de la cubierta un enorme plano de sombra sin más concesiones, concentrando toda su expresividad en la potencia y rotundidad del gesto.

El cambio de material ofrece una oportunidad inmejorable para dotar a ese plano de una mayor riqueza expresiva si cabe, aportando al tiempo una serie de cualidades añadidas. Al convertir ese gigantesco plano oscuro en translúcido mediante dos capas de policarbonato celular con cámara de aire, no sólo se obtienen inmediatos beneficios internos, como la iluminación uniforme y controlada de todos los espacios de relación, evacuación de las cargas térmicas a través de la cámara de aire, aumento de la sensación de diafanidad, sin perder la potente presencia del plano, sino que también se obtiene una nueva percepción del mismo más atractiva desde la lejanía, así como información inconsciente de la actividad cultural de la ciudad al poder iluminarlo de forma selectiva desde su interior.

