CENTRO DEPORTIVO DE ACCESIBILIDAD UNIVERSAL EN HORTALEZA. MADRID

Año: 2008

Autores: Isabel Benito, Elena Verdú, Carmen Pérez, Santiago Becerra

Se cuenta en algunas versiones de la mitología Griega que Hefesto, hijo de Zeus y Hera, fue arrojado desde el Monte Olimpo debido, entre otras cosas, a su discapacidad. Cayó al océano y una vez allí, fue recogido por Eurínome y Tetis, llevado a la isla de Lemnos e instruido en el arte de la forja hasta convertirse en un gran maestro, llegando a diseñar una silla de ruedas… ¡Anfibia!

Parece que ya desde la Grecia clásica, el Olimpo no era accesible a los discapacitados, no sólo por su mentalidad discriminatoria, también por su altura. Hefesto tardó nueve días y nueve noches en caer.

El escaso tamaño del solar y su forma longitudinal unido a la gran cantidad de programa exigido por las bases, ofrecen pocas alternativas. Una de ellas es tratar de resolver prácticamente todo el programa en el plano de nivel de calle o con ligeras variaciones por encima y por debajo de él, algo difícil por lo exiguo del solar y sólo viable ampliando los límites del mismo a través de modificaciones de planeamiento, y además tendría como consecuencia renunciar, de forma voluntaria, a la justa presencia urbana que un equipamiento ejemplarizante como el que se propone debería tener. La otra es apilar el programa en bandejas horizontales superpuestas, con las pistas exteriores sobre la cubierta, las salas de deporte a nivel de calle y la piscina enterrada por debajo de todo ello, lo que, debido a las alturas libres de las salas, daría lugar a saltos de cota difícilmente salvables de forma accesible sin caer en la nunca deseable segregación de comunicaciones entre discapacitados y no discapacitados.

Pero hay una tercera opción, híbrido entre las dos anteriores que, con un gesto sencillo y rotundo, aporta grandes ventajas a ambas: inclinar ligeramente todo el volumen edificado. De esta forma, la propia edificación exterioriza su intención de volverse un lugar accesible a través de un símbolo asociado a la accesibilidad presente en la memoria colectiva, la rampa. Esa ligera inclinación permite también realizar todas las comunicaciones interiores a través de rampas, limitadas a un máximo del seis por ciento, de forma exclusiva, y conseguir así uno de los objetivos primordiales de la accesibilidad, la identidad de recorridos.

Por otro lado, al despegarse el volumen del plano de la calle, permite que la zona de la piscina, ligeramente por debajo de ese nivel, reciba iluminación y ventilación natural directa, así como una relación inmediata con el exterior. El escalonamiento de las pistas de la cubierta permite que se conviertan en lugares privilegiados con vistas sobre la ciudad, al tiempo que se consigue altura para destacar en un entorno arquitectónicamente agresivo.

La accesibilidad universal no debe limitarse a facilitar el acceso físico de los usuarios con silla de ruedas, aunque sea el aspecto más llamativo. La identificación clara de los usos o la orientación intuitiva y rápida en el interior del edificio son otros aspectos fundamentales a tener en cuenta. La estructuración del programa de forma lineal, continua y jerarquizada se formaliza a través de una calle, continuación del exterior que atraviesa el edificio de extremo a extremo, iluminada cenitalmente para servir de guía y que se desdobla para dar accesos a los distintos niveles y engloba todos los recorridos posibles, dejando siempre a un lado las salas deportivas y al otro los vestuarios asociados a cada una de ellas, identificados y emparejados por colores fuertemente contrastados que proporcionen a los usuarios con discapacidades sensoriales o mentales información y referencias suficientes.

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